ada

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sábado, 21 de abril de 2007

De profesiones diferentes

En un cuarto pequeño, incomodo y mal ubicado ante mi veo todo lo que tengo y lo que no tengo, contemplo la poca luz que se atreve a entrar por el remedo de ventana que tengo junto a mi cama, respiro profundamente y mi mente comienza a divagar en recuerdos sueltos de lo bueno que puede ser cambiar tu forma de ver por una vez en tu vida.

Cuando la lluvia termina todo empieza, siempre la lluvia ha logrado bajar los ánimos de la ciudad, pero para mi no; me gusta verla caer y al finalizar su aparición caminar por las calles mojadas y ver como toda la gente camina de nuevo para llegar a sus destinos. Así mismo paso pero esta vez se salio de control y todo lo que paso cambio la historia de siempre.
Los pasos seguían la línea errática de siempre y me llevarían donde el viento lo mandaba , pero nunca creí terminar de ese lado de la ciudad, daban ya las once de la noche cuando me di cuanta q mis manos manchadas de aceite, mis jeans con grasa y mi franela y mi llave de tuercas no estaban a la altura del evento q presenciaba a través del ventanal, note un par de miradas incomodas y disimuladamente me moví de allí para verlo desde mas legos, arrimado en el poste de luz como si esperara el auto bus sin dejar ver mi interés. Pasaría una media hora para cuando me aburrí de contemplar el actuar de la parte de la sociedad que desconocía.

Empecé a caminar por el bulevar para distraer mi cabeza de todos esos ritos de la gente de otra clase social cuando vi una delicada figura varada en la acera por culpa de su auto, como prófugo obedecí a mi instinto q me orillo a esconderme y mirarla por un momento nunca olvidare esa figura que envuelta en aquel vestido negro con sutiles brillos alumbraban aquel lugar y mis ojos su pelo castaño jugando con el viento q no dejaba de soplar su tersa piel mostrando un parejo bronceado que seguramente lo adquirió en la playa el ultimo verano, sus ojos mostrando cierto desden por el acontecimiento con su auto pero conservando un aire de dama que nunca había visto.
Algo en mi me obligo a salir del escondite acercarme a ella aunque mi cerebro no lo mando yo ya estaba frente a frente con ella. No sabia lo que hacia y ella solo me miraba con aire desafiante y yo solo me incline para ver el imperfecto y procedí a solucionarlo sin decir nada, ella me miraba curiosa se puso un pesado abrigo muy grueso y se sentó en la acera a ver lo que hacia, un silencio incomodo nos asfixiaba aunque a decir verdad yo estaba muy satisfecho por que el auto quedaría listo en poco tiempo, pero ella rompió el silencio con un comentario muy extraño para mi “jamás entenderé todo eso que tu haces ahí” y yo pensaba ¿como alguien q salio de la universidad q seguramente entiende le la bolsa y todo eso que a mi me marea no puede entender que la banda del auto estaba rota?, me limite a reírme me senté junto al cofre del motor la mire y dije: “cada quien en su mundo ¿no?” ella me sonrió y seriamente pregunto “¿Cuánto me costara esto?” yo sonreí y mi cerebro se apagó y para mejorar las cosas mi estomago contestó: “sus sonrisa es suficiente” para cuando mi cerebro reacciono trato de arreglarlo diciendo: “es que no estoy trabajando solo ayudo a alguien que lo necesita” pero era tarde los colores se avían subido ya al rostro y ella se percató de ello.

Me veía burlonamente y me dijo que no me ofrecerá dinero por que seria una ofensa pero que en gratitud q le acompañe a cenar, yo acepte pero no me esperaba un lugar así para cenar. Al entrar el encargado nos dio una mesa casi central el ambiente era extraño para mi la música era tranquila las personas al comer apenas susurraban lo que seguramente eran conversaciones, botellas de vinos finos se veían circular por las mesas, los meseros atentos cuidando que todo sea perfecto, los trajes finos hacían sentir su presencia y lo peor de todo era que ella estaba muy tranquila. Nos sentamos y empecé a reír y le dije: “a todo esto ¿Cómo te llamas?”, sonrió y se presentó como si fuera una autoridad importante y yo me presente como si fuera un cliente más del taller.
Las horas pasaron nunca cenamos solo nos sentamos ahí conversando de libros de Julio Verne, que a ella le costo creer que los leí todos, el vino se acabó muy rápido y nos pidieron q nos fuéramos del lugar dado la avanzada hora.


Así todo cambio mi historia mi vida y a la mañana siguiente solo puedo ver lo que tengo lo que no tengo y lo que nunca necesite, solo puedo verme en mi cuartucho, ver mis ropas sucias en el suelo intercaladas con los vestidos finos de ella y verme a mi mismo contemplando un amanecer con alguien que nunca pensé que le hablaría solo puedo vernos abrazados y sentir como nuestras respiraciones se hacen una sin importar no seamos de la misma alcurnia, sin importar que tengamos profesiones diferentes o ¿quién sabe? ¿Quizás a ella si le importe?

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